viernes, 3 de abril de 2009

Reuniones, formas y formalismos

Es curioso cómo va cambiando la forma de relaccionarnos en función de la edad que tenemos. En estos días he tenido la oportunidad de comprobarlo; eso unido a mi reciente cumpleaños y que éste constaba de unos cuantos tacos (29 para no ahorrarme nada; joder, visto escrito todavía te sientes peor), pues la lucecita alumbró más de lo común y lo vi diáfano como dice mi amigo Cristian.

Prejuzgar a alguien después de las primeras notas es de las peores cosas que hacemos en el trato con los demás. Ésta es una de esas acciones que son fáciles de inferir por cualquiera, pero amigo, qué difícil llevarla a cabo. Supongo que es por nuestra necesidad de seguridad innata. Tenemos que saber pronto muchas cosas, de nuestro entorno, de la gente que nos rodea...el instinto de supervivencia actúa en niveles que están muy por encima de este aspecto. Por supuesto es más importante saber que una grúa marcha atrás emite un sonidito intermitente característico, que barajar la idea de que alguien sea grosero,educado, antipático o sarcástico, pero pienso que también a estos niveles más livianos tratamos de prever rápidamente quien o quienes nos serán más afines; sea cual sea nuestro interés inmediato, por ejemplo: pasar el rato agradablemente, intereses laborales, contactos beneficiosos...o lo más común: una charla agradable y hacer amigos con los que nos enriquezcamos mutuamente.

Todo esto lo hacemos con una naturalidad pasmosa y casi de forma inconsciente. No es que vayamos a un sarao buscando a alguien que nos pueda echar una mano; intentamos pasarlo bien y ya está, pero lo contrario lo evitamos siempre que podamos, es decir, a los molestos, groseros, insoportables, mal educados...hay quien busca esto precisamente, pero lo lógico es que este sospechoso buscador también se halle en medio de los definidos.

Quizá por ello, por dominar rápidamente el terreno, tendamos a intentar dar la mejor de nuestras versiones. A medir las palabras, a ser educadísimos, a hablar de temas de actualidad, de no caer en temas o cuestiones típicas... y es ésta búsqueda de la perfección, de lo políticamente correcto (que para muchos es el cúlmen de la excelencia) lo que a mi me parece vomitivo.

Es una compostura incómoda y antinatural ,que se nota a leguas cuando es forzada, y que dice muy poco del que lo practica. Si nos parásemos un segundo a pensarlo, ese "tour de force", ese esfuerzo que nos saca de nuestro propio yo, no nos añade nada, y si lo hace es absolutamente pasajero y concienciador para uno mismo de que ese "yo" no es el tuyo. Una prostitución consciente que nos convierte en marionetas manejadas por nosotros mismos, que a la larga se volverá contra su el actor; porque la máscara termina cayéndose a base de tiempo o a base de alcohol.

Ser uno mismo siempre es de las cosas más difíciles que hacemos al cabo del día...unas veces porque no nos combiene, otras porque nos beneficia, dejamos en casa la mayor parte de nosotros y sacamos a la calle a un "pseudo-yo" inventado. Tu jefe, tu suegra, la nueva novia de un amigo o simplemente alguien influyente o famoso; suelen ser los que provocan estas reacciones en nosotros.

Yo digo, sé tu mismo: si eres educado, no tendrás que parecer educado, si eres inteligente, no tendrás que parecerlo... y además, quién quiere clichés ortodoxos y puros como compañeros de paseo. Raros, inadaptados, apocalípticos, antisistema, groseros cuando hay que serlo, impertinente cuando hay que serlo, reivindicador si no es para pagar la conviá... que mal cartel tienen y qué buenos amigos son...por qué me acuerdo ahora de Fernando Fernán Gómez. Que Dios lo tenga en su gloria, un grande de España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario