martes, 14 de julio de 2009

De Profundis, Oscar Wilde (1905)


Se trata de la tercera parte de la obra redactada por Oscar Wilde desde la cárcel, dedicada y dirigida a Alfred Douglas, hijo del marqués de Queenberry, y cuya relación sentimental al ser considerado un menor y del mismo sexo, motivó la prisión del escritor en aquella época victoriana.

Salió a la luz cinco años después del fallecimiento de Oscar Wilde y gracias a los desvelos de Robert Ross, su amigo y ejecutor testamentario.

La obra representa el cenit de la inspiración y de la autobiografía del poeta inglés y revela cómo cualquier clase de experiencias poseían para Wilde significado artístico. En su anterior vida deseaba poner la mayor distancia posible con el dolor, por considerarlo una degeneración del espíritu, y en cambio, sufrió en sus propias carnes y espíritu el escándalo, la vergüenza derivada de un terrible proceso, la más ingnominiosa condena, el mayor desprecio de los hombres y toda clase de burlas. Durante los primeros meses, incapaz de resignarse, pensó en el suicidio, pero tras una larga meditación, resignado y mortificado por un enervante trabajo manual, descubrió toda la grandeza del dolor y el sufrimiento que plasmó en De Profundis.

  • " Las funestas equivocaciones de la vida no deben ser atribuidas a la ausencia de razón. Un instante de irracionalidad puede llegar a ser nuestro momento más hermoso. Nuestras equivocaciones son producto de la lógica que rige al hombre. Entre ambas cosas media un abismo".
  • " Quiero poder llegar a decir con toda sencillez, sin falsedades, que mi vida tuvo dos momentos decisivos: cuando mi padre me envió a Oxford, y cuando la sociedad me mandó a la cárcel. No quiero decir con ello que el haber entrado en la cárcel sea lo mejor que me podía haber sucedido, pues esto implicaría una amargura excesiva contra mí mismo. Prefiero decir u oír decir que habré sido un hijo característico de mi tiempo, que, en mi perversidad, y a causa de ella, he trocado en malo lo bueno de mi vida y lo malo en bueno. [...] lo esencial que he de realizar, es absorber en mi todo cuanto se me ha hecho, convertirlo en una parte de mi mismo, aceptarlo sin protestas, ni resistencias, ni temores. El mayor de los vicios es la ligereza. Todo lo que llega hasta la conciencia es justo".
  • "Al principio de mi reclusión algunos me aconsejaron que intentase olvidar quién era. El consejo no podía ser más desgraciado. Tan sólo dándome cuenta de lo que soy he podido hallar algún consuelo. Ahora hay quien me aconseja también que, en cuanto sea puesto en libertad procure olvidar la cárcel. Pero sé que eso sería igualmente fatal, pues toda mi vida me sentiría perseguido por un insoportable sentmiento de verguüenza, y todo lo creado para mi y para los demás: la belleza del sol y de la luna, el cortejo de las estaciones, la armonía del amanecer y el silencio de las dilatadas noches, la lluvia murmurando entre el follaje y el rocío que cae sobre la hierba y la platea, todo estaría hollado para mi y perdería su poder curativo y su popiedad de esparcir alegría. Lamentar la propia experiencia es como impedir el propio desarrollo; negar la propia experiencia es como sellar con una mentira los labios de la propia vida. No es menos que intentar renegar de la propia alma".
  • "Al entrar en contacto con el alma(para lo que hay que desprenderse de todo lo material), uno se vuelve otra vez niño, y esto es lo que uno ha de ser, según las palabras de Cristo.Qué trágico es pensar que pocos son los hombre que se hallan en posesión de su alma antes de la muerte. Emerson dice: <nada hay más raro en un hombre que una acción voluntaria>. Esto es una gran verdad, pues la mayoría de las gentes son distintas de ellas mismas. Piensan con las ideas de otros; su vida es una parodia, y sus pasiones son remembranzas. Cristo fue, no sólo el mayor individualista, sino también el primer individualista de la Historia. Hay quien ha querido presentarlo como uno de tantos abominables filántropos del siglo XIX, o como un altruista nacido entre ignorantes y sentimentales. En realidad no fue ni lo uno ni lo otro. Cierto es que tuvo piedad de los pobres, los presos, los miserables y los humildes, pero tuvo todavía más piedad de los ricos, los hedonistas, los que sacrifican su libertad y se convierten en esclavos de las cosas, los que llevan vestiduras finísimas y viven en palacios dignos de reyes. La opulencia y el placer le parecían tragedias mayores que la pobreza y el dolor. Y en cuanto al altruismo, ¿quién mejor que Él podía saber que la inclinación y no la voluntad es lo que nos impulsa, y que no es posible cosechar uvas del espino ni higos de los cardos?...Vivir para los demás no era el fin determinado y consciente de su doctrina. Su base era muy otra. Dice: <Perdonad a vuestros enemigos>, y ello no implica el amor a nuestros enemigos, sino a nosotros mismos. Pues el amor es más hermoso que el odio."
  • "He de decirte esto aún: no tengas miedo alguno al pasado. Si los hombres te dicen que el pasado no se puede cambiar, no los creas: el pasado, el presente y el futuro para Dios, ante Quien debiéramos esforzarnos en vivir, no son sino un instante. El tiempo y el espacio, la sucesión y la extensión, no son sino relaciones casuales de ideas, que la imaginación puede traspasar para moverse libremente en el campo de las existencias ideales. Y las cosas son igualmente, con arreglo a su esencia, lo que nos place que sean. Lo que son depende del modo como las contemplemos. <Allí donde otros - dice Blake - ven únicamente el crepúsculo descender sobre la montaña, veo yo retozar de alegría a los hijos de Dios>.

1 comentario:

  1. Disculpa, De Qué Editorial Es Esta Pasta Del Libro? Me Encantó...

    ResponderEliminar