lunes, 13 de mayo de 2013

La distancia

No consideramos comúnmente la distancia o el espacio como factor de cambio, como sí  lo hacemos con el tiempo. Quiero decir, que para cualquiera el tiempo siempre trae cambios, unos buscados y otros fortuitos, positivos y negativos, previstos y otros imprevistos...y la consciencia de eso está clarísima. "Dale tiempo y verás", y verás cómo cambia...o "el tiempo pone a cada uno en su sitio".

Todo cambia. Con el tiempo todo cambia, como dice la canción de Dolores Sosa :

Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo

No la voy a poner entera, pero si podéis escucharla, hacedlo.

Pero, ahora vengo yo a decir que con la distancia, con el espacio, también cambia todo.

Llevo dos meses fuera, en Nazaret, por trabajo. Ya me había pasado antes, en anteriores viajes. Pero ahora lo estoy sintiendo como nunca: la distancia cambia la perspectiva, el valor, la costumbre, la visión de las cosas...

Las puertas. Las puertas suelen abrirse en nuestro día a día, con normalidad, con aburrida normalidad. Aparece quien debe, quien esperamos; hermanos, amigos, familia, tu novia o novio, gente del trabajo...ni siquiera parecen que estén ahí. Pasan desapercibidas. Más bien parecen una perdida de tiempo: abrir la puerta, cerrar la puerta, a ver si llego pronto..ah, las llaves para abrir la puerta, este bolsillo...no, el otro...no...joder con la puerta.

Las puertas estando fuera, aquellas puertas; se convierten en templos, en auténticos pórticos sagrados, que esconden momentos únicos, encuentros maravillosos, inesperados. Es cómo si estando lejos, siendo conscientes de que no podemos ver a quien queremos, a quien amamos o deseamos...tengamos esa puerta siempre en mente; un obstáculo que falta traspasar para estar con quien se quiere, donde se quiere...donde antes era normal vivir y ahora se añora hasta el dolor físico.

Así voy con mis puertas a cuestas, andando por calles sin sabor, sin sentido, con caras que aparecen y que podrían ser cualquier cara...es una pero no lo es, porque podría ser otra. Ir y venir a ningún sitio.

Y entonces aquellas imágenes de puertas abriéndose; aquellas del día a día que habíamos borrado al instante siguiente de haberse producido...vuelven, aparecen por sorpresa. Las veo preguntándome dónde estaban: ¿las vi en realidad?. Y sí, las vuelvo a ver; pero ahora se abren muy lentamente. A cámara lenta. Eterna; que dura toda una tarde de domingo. E imagino que detrás está ella, que viene por fin a verme...o mis amigos, que llegan para sacarme de aquí; o mi madre, que llega con una regañina que esconde su cariño único.

Entonces la puerta cobra su verdadero sentido, el clásico sentido lírico. Un muro es una puerta, una lengua desconocida es una puerta, un pueblo ensimismado es una puerta, el egoísta mira por la mirilla sin abrir...y la distancia es una puerta que lo transforma todo: una foto con la peor cámara del peor móvil se convierte en cuadro de salón. Tu amigo ocasional en tu amigo del alma; y el amigo del alma en horas de pensamiento y agradecimiento por tantos y tantos buenos momentos vividos.

Así que pongan distancia de por medio señores...y las gafas se caerán de las narices; las vendas se evaporarán, la miopía se curará por arte de magia, las zanahorias dejarán de venderse y por fin todos veremos bien sin medios, sin artilugios, sin esfuerzos...oculistas y albañiles harán manifestaciones porque, ahora sí, están todos en el paro.

Bendita distancia que de ceguera me previenes por años...encógete y que por fin se abran mis puertas.

A todos aquellos que se acuerdan de mi más, si cabe, cuando no estoy cerca.




2 comentarios:

  1. Qué entrada más bien escrita y acertada te has marcado, Juanlu. Seguro que no había mejor forma de regresar al blog.
    Un abrazo desde Sevilla.

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    1. Gracias Fernando. Estoy deseando verte después de los momentos por los que has pasado. Te mando un abrazo inmeso!.

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