sábado, 22 de agosto de 2009

"Esto es lo que hay. Da miedo"

Voy a transcribir un correo que un buen compañero de la radio me ha mandado. Se trata de la realidad política, empresarial e informativa que tenemos en este nuestro querido país, España. Ayer cenando por casualidad con un simpático y afáble argentino me llamó la atención unas palabras que dijo: "España es un país tranquilo. Nunca pasa nada y quizá por eso la gente nunca protesta, por mucho que se aprovechen de ella, no como en Francia o en Argentina". Estas pullas a nuestra olvidada conciencia social deberían hacernos reflexionar, por eso reescribo aquí lo siguiente tal y como a mi me ha llegado:





The Economist, Wall Street Journal y Financial Times sitúan al IE Business School de Madrid entre las cinco mejores escuelas de negocios del mundo. Hoy he cenado con una persona vinculada desde hace años a dicho Instituto y al mundo empresarial español. He aquí alguna de las perlas que han surgido en la conversación, reproducidas con su permiso:






"No existe libre comercio ni, mucho menos, libre flujo de la información. Es mentira. La información importante siempre es privilegiada. Si una información implica que alguien pueda ganar mucho dinero, nunca fluye y nunca fluirá."






"A partir de ciertos niveles, la relación entre empresa y política es directa. Mucho más de lo que la mayoría de la gente sospecha. Una llamada de teléfono directa, de móvil a móvil, sin secretarias de por medio. Los concursos públicos, cuando hay decenas de millones de euros en juego, son una pantomima. Muchas grandes empresas se presentan no para ganarlo, porque saben que no tienen ninguna posibilidad, sino para ver si hay suerte y consiguen alguna subcontratación."






"España es de 20 familias. Como mucho. Pero podría ser peor. México es de 10."






"Las operaciones económicas importantes siempre pasan bajo el radar. Si todo un país habla de una operación, como la fusión de Cuatro y La Sexta, por ejemplo, es porque, en el fondo, no es importante. Hablan de eso para que no se hable de la operación que realmente les importa."






"Todas las grandes empresas tienen personas haciendo cosas ilegales. Yo los llamo boinas verdes. Tienen libre acceso a las bases de datos de clientes y hacen de todo. Por ejemplo, segmentan a sus clientes según religión para que los estudios de mercado de la empresa sean mucho más eficaces. Para afinar más. Eso no es legal, claro, pero los boinas verdes son indetectables. Ni están en nómina, ni salen en ningún papel de la empresa ni tienen un despacho. Pero cobran muy bien y todas las grandes empresas tienen alguno."






"La revolución tecnológica ha supuesto un problema para las grandes empresas, y es el enorme poder que ha adquirido la gente de sistemas. Es muy raro que una empresa despida a un veterano de sistemas. Por ejemplo, ahora, en plena crisis, la gente de sistemas aguanta en sus puestos, por mucho que cobren. Eso es así por la cantidad de información que tienen sobre la empresa. Saben de ella más que nadie, y las empresas no saben cómo gestionar ese poder que, sin querer, les han dado."






"Sí, claro, publica lo que quieras. Quien lo quiere saber, ya lo sabe, y al resto le da completamente igual."






AL RESTO LE DA COMPLETAMENTE IGUAL... esto es lo verdaderamente sangrante. Sé que es díficil acceder a la información importante, pero es que ni siquiera la básica, la que nos llega cada día hace reaccionar a la gente. Nos hacen ser egoístas; pensar únicamente en nosotros: mi coche, mi piso, mi televisión, mis vacaciones..mi, mi, mi...y lo hacemos encantados. Ya que tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas...¿a qué esperamos para hacer algo más?. ¿Por qué si a nadie le gusta este sistema no se hace algo para cambiarlo?. Son expertos en hacernos olvidar que todos juntos podemos, que el pueblo tiene el poder, que sin nosotros no son nada...su trabajo lo hacen genial, cada día, no decaen nunca...nosotros cejamos hace tiempo. Pusilánimes todos. Que asco. Que falta de imaginación, de vitalidad, de ilusión por la cosas que no se nos dan en la mano...ya basta de culpar a otros, que cada uno se mire el ombligo y piense qué hace realmente por mejorar la vida de los que le rodean; y por ende su propia vida y su conciencia.

martes, 18 de agosto de 2009

Careta y Tropezón

Careta fue la primera. Siempre hubo perros en el patio de la casa de mi abuelo. Allí la afición a la cacería mueve a los hombres a acumular perros en sus patios con la menguante ilusión de que les traigan la pieza sin comérsela por el camino. Por lo general son de media casta, frugalmente alimentados, según el mentor y de regulares modales según también el tarugo que los críe.


Esta costumbre, convertida ya en tradición, se convirtió en mi en pura indiferencia hacia los animales que moraban nuestra casa. Las escasas horas que pasaba allí justificaban el desapego que siempre les tuve a los perros. Pero esta vez iba a ser diferente.


Al principio fue como siempre. Yo sabía que estaba allí y ella sabía que alguien andaba por aquella casa por lo general oscura y silenciosa como una tumba, ya que desde hace años nadie vive en el que fue hogar de mi abuelo, excepción hecha de los fines de semana y las fiestas locales.No sé si fue por propia iniciativa o por mero instinto, pero el hecho es que el cúmulo de horas solitarias que iba pasando en mi nueva residencia me fue inclinando a acercarme cada vez más al patio.




La luz, que entra a la casa desde ese lado; las macetas, que dan un punto de color, de vida necesario y que contrasta con el estatismo de una casa umbría y vacía...todo esto me hacía pasar más ratos en ese lado de la casa; o eso creía yo. El caso es que me fui acercando a ella.
Un día cualquiera decidí cambiar mi sitio de lectura y ponerme en el patio, con una silla al agradable sol de Marzo, no como el que tenemos ahora. Ella me miraba extrañada; supongo que en su vida había visto a nadie sentarse a leer delante de ella. El caso es que yo allí me sentía agusto. Aquellos ojitos mirándome atentamente a cada movimiento que yo hacía, o distrayéndose con los sonidos más insignificantes...todo aquello me hacía formar parte de algo en lo que no estaba sólo. Los dos compartíamos la tarde, toda para nosotros, sin que nadie nos molestara. Los sones horarios del campanario eran el único punto y seguido en nuestro remanso.


El cariño del uno hacia el otro fue aumentando. Le daba de comer cada día: cuando había pienso, pienso, cuando no, tenía que sacar ingenio...hasta llegué a comer menos de los tupper de mi madre para dejarle algo, componiendo la manduca con un mendrugo de pan mojao en sopa, en fideos, en menestra...etc. Incluso chorizo ibérico le daba, que a mi no me sienta demasiado bien. ¡Cómo agradecía aquellos apaños!. Cuando me oía entrar por la puerta los días entre semana cerca de las tres, se ponía a ladrar y ya no se escuchaba otra cosa en toda la casa. Yo abría la ventana de la cocina y le respondía : ¡Quién ha venío! ¡ Y mi Careta guapa! jajajaja, me reía yo sólo imaginando que alguien me oyera.



A partir de entonces todo era aparecer en el patio y empezaba la fiesta. Daba saltos tan altos que me llegaba a la cabeza, hasta que arrancaba la pica que la sostenía a la cadena. Su ilusión por verme la ponía tan nerviosa que todo lo que quería era tocarme; literalmente se abrazaba a mi pierna y no quería que me separa de ella, ladrando, saltando, corriendo...como loca. Qué pocas veces vemos esa alegría natural en la gente que nos conoce cuando nos encontramos; quizá cuando hace mucho que no nos ven, pero jamás tan de verdad e imposible en la cotidianidad del día a día. Es una alegría desbordante, que lo llena todo y siempre a pesar de que un día se te olvide darle de comer, o no la saques a correr, o la tengas desatendida, sin agua fresca y con moscas alrededor...cuando llegas allí está todo el cariño del mundo para ti, sin reproches, sin malas caras, sin esas verdades que te hacen culpable...todo se olvida, como si no hubiera existido. ¿Hay un amor más sincero que ese?, dar y no esperar, perdonarlo todo, olvidarlo todo...


Me di cuenta de lo celosa que era cuando apareció en escena el otro individuo: Tropezón. Un bretón pequeñito (cada vez menos) que escogimos de entre toda una camada. Por supuesto me fijé en el más tontorrón, el que casi no andaba mientras sus hermanos saltaban de aquí para allá. Él no hacía más que tropezarse y esconderse tras unas tablas. Estaba claro que era el elegido.




Al principio les costó adaptarse el uno al otro. Como en cualquier relación, uno de los dos tenía que ceder más para equilibrar las cosas, y entonces conocí la nobleza de Careta. El enano torpe se hacía con el mando, hacía y deshacía, comía de lo suyo después de jartarse de lo ajeno...sin embargo, siempre era él quien iba en busca de ella. Saltándole encima, haciéndola rabiar, mordiéndole la oreja, las patas...un incordio; pero ella lo aguanta todo y rara vez le ladra. Me emocionaba ver cómo después de un par de días difíciles marcando terreno por fin jugaban juntos, compartían jergón y ya son uña y carne, siendo tan diferentes. Eso sí, tengo que acariciarlos alternativamente y repartiendo los tiempos, sino se ponen celosos...ella más que él, incluso de M.del Mar...que también me ha enseñado a quererlos, casi sin darse cuenta.

Allí siguen los dos, esperando a que vuelva, destrozando cualquier zapato despistado que caiga por allí; regalando empatía y cariño a todo aquel que quiera pararse a su lado un rato, no mucho...si se sabe apreciar, si se sabe comprender cuánto bien nos hacen y qué poco se lo agradecemos. Ahora iré preparándome para la despedida, que será dura y triste, pues fueron mis fieles compañeros durante 5 meses de mi vida. Nunca sabrán lo importantes que fueron para mi; una presencia real a la que me agarraba y que convertía la soledad en un juego de niños. Ellos son los verdaderos dueños de la casa, pues conocen como nadie el sonido profundo de las horas muertas que transcurren dentro de ella.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Radiografía

Cuando empecé a escribir en este blog pensaba usarlo como una especie de diario donde recoger mis pensamientos, mis preocupaciones...¿mis intimidades?

Hace poco Canal Sur ha comenzado una compaña de concienciación para hacer ver a la gente la multitud de riesgos a los que estamos sometidos, consciente o inconscientemente, usando internet sin ningún tipo de tamiz o filtro por nuestra parte. No esos que nos ofrece Facebook o Tuenti, esos sobre quienes queremos que vean nuestras fotos...no, no me refiero a eso. Me refiero a la protección personal que nosotros mismo deberíamos dar a nuestras cosas en la red. Y es que a veces se nos olvida que te todo lo que pasa por la red puede llegar a manos de gente que nos quiere poco, ya sea conocida o desconocida...por no hablar de los perjuicios que podríamos ocasionarnos si alguna información incómoda llega a la persona equivocada, ya sea por descuido o por triquiñuelas de baja calaña.

Ya sé que es fácil olvidarse de todo y de todos en la intimidad de nuestro portátil. Estoy aquí, en mi salón, sólo, sin nadie presente y claro...como no dar rienda suelta a nuestra mente para sacarlo todo, para decir y dejar plasmado las cosas que tenemos en mente; preocupaciones, recuerdos...pero es un error. Se trata de una gran tontería hacerlo por varias razones: en primer lugar, hay que ser vanidoso para creer que a la gente potencial a la que puede llegar esto, le interese mis intimidades; y una vez sabido esto y también teniendo claro que sí, que hay gente a la que interesa (por suerte), ellos se sentirían agraviados al ver su derecho, ganado con el paso del tiempo, del tiempo vital y compartido que es el que merece la pena, tirado por el suelo. Desparramado por internet como si fuera la foto de un famoso, o la crítica de la última película insípida. Alguna vez he visto en Facebook la foto de un tío besándose con la novia, y al rato ver el comentario de ella diciendo con vergüenza: "pichurri, ¿esto qué hace aquí?". Es decir; ¿qué cojones pretende ese individuo colgando el beso que le dio a su novia?, alardear de novia, decirle a todo el mundo lo orgulloso que está de la hembra que lo aguanta...porque la cosa tiene que aguantar vamos.

Cada uno está en su derecho de hacer lo que quiera, siempre que sea permitido. Pero, ¿qué intereses hay detrás de esa gente que va corriendo a colgar las fotos que hizo de sus amigos y de sí mismo en la última juerga que se corrieron?. ¿Por qué hay que hacer público lo que antes era íntimo?, ¿por qué le damos tan poco valor a nuestras cosas: a nuestra imagen, a ese momento único que es estar con nuestros amigos de verdad,a nuestra intimidad en definitiva...?. Dónde ha quedado el regocijo de tener algo en común con un amigo, amiga o novia, y que sólo lo sepamos los dos. Es cuando compartir adquiere su significado verdadero, cuando se crean lazos eternos entre las personas, cuando tu amigo...etc tiene algo de ti que nadie tiene ni tendrá. Y sólo lo sabéis los dos. Quién no haya experimentado esto, debe saber que hay algo que le falta por vivir.

Se ha convertido en práctica habitual intercambiarse las fotos comunes entre varios conocidos por internet: "¿No tienes Facebook?, pues ahí te las cuelgo." Así de fácil, sin pararse a pensar no sólo a quienes puede llegar esa foto, aún siendo la más inocente que se pueda imaginar; si no lo que significa publicar una imagen. Por que realmente es eso lo que hacemos cada vez que subimos algo a internet: PUBLICAR, poner ahí para los demás, para todo el quiera acercarse y cogerlo.

¿Cómo es que nos vendemos tan barato?, y ¿a cuántos de los que salen en la foto preguntamos si le parece bien que colguemos la foto?. Por supuesto que los de estas empresas son muy listos, y no sólo existe la posibilidad de colgar una foto en la que sale alguien a quien jamás preguntaremos su opinión sobre meterla en internet o no, sino que también está la posibilidad de etiquetarla...qué bonita palabra...me recuerda a NOMINAR...qué bien saben decorar las palabras cuando nos venden mierda.

El otro día leí que nunca violadores, secuestradores, pederastas...etc lo tuvieron tan fácil como ahora. Basta con poner un nombre, ver las fotos, elegir la/el que más le guste, mandarle un mensaje de amistad...y si cuela, con suerte, podrá saber por dónde sale, quiénes son sus amigos, y hasta su dirección.

Muchas veces hablamos de los canis, de los niñatos...y en relación a lo que escribo pienso: no hace falta tener serrín en el coco para hacer estas cosas; para colgar la foto de tu escote o de tu paquete, o de la cena con tus colegas...nos pasa a todos, y pocos se paran a pensar en todas las consecuencias que esto puede acarrear. Aquí sólo he apuntado algunas, pero hay muchísimas más. Si alguien lee esto, que se pare a pensarlo un segundo, nada más.